Taller de Filosofía y Literatura. (3er Trimestre)

1º Trabajo (cuento sobre el Barroco)

No entendía su actitud.
No entendía su forma de vestir.
No entendía sus ideologías ni sus expresiones.
No, no entendía nada.
No comprendía por qué llevaba todas las orejas agujereadas.
No comprendía por qué llevaba toda la piel tatuada.
Y no lograba comprender por qué era tan diferente a mí.
Lo único que sé, es que me salvó.

Hacía calor, mucho calor. No tenía a nadie con quien pasear, todos estaban entretenidos en sus cosas. Todos estaban centrados en su mundo, en sus problemas y en sus dudas. Todos tenían algo que hacer menos yo, así que cogí mis auriculares y me lancé a la calle.
Paseé durante horas, me dejé el reloj y el móvil en casa, así que esa tarde nada podría entretenerme ni detenerme. Mis piernas caminaban solas, no importaba el cansancio que mi cuerpo sintiera. Solo quería seguir hacia delante, evadirme del mundo. Evadirme de las personas, de las máquinas, de los prejuicios, de los errores. Quería desconectar, volver a ser esa persona sin experiencias ni recuerdos. Dejar de ser yo, aunque solo fuera durante una tarde.

Pero de repente, volví al mundo. Miré al cielo y me dí cuenta de que el sol ya no caminaba conmigo. Se había hecho de noche, empecé a sentir frío y lo peor era que no sabía ni dónde estaba. Intenté observar todo lo que había a mi alrededor, pero todo estaba oscuro. No escuchaba ningún ruido; no había gente, no había animales, ni si quiera escuchaba el sonido del viento. Enseguida, una fuerte sensación se apoderó de mí, algo subió por mi estómago hasta llegar a mi cabeza. Y no, lo que sentía no era hambre, si no miedo. Me sentí estúpida, ¿en qué estaba pensando al salir de mi casa sin ningún tipo de tecnología que me permitiera contactar con mis padres? Estaba perdida, completamente perdida. Creo que hasta por un momento olvidé mi nombre, no sabía cómo reaccionar, lo único que supe hacer fue sentarme en el suelo y comenzar a llorar.

No recuerdo cuánto tiempo estuve sola. No sé si pasaron segundos, minutos u horas. Lo único que sé con certeza es que para mí ese momento fue eterno. Pero de repente, el sonido de un motor interrumpió mi llanto y mi soledad. Y entonces, casi de un salto, me puse en pie para detener a esa persona que se acercaba hacia mí. Una furgoneta blanca se paró a mi lado, pasaron unos segundos hasta que se abrió una de las puertas y bajó un chico no mucho más mayor que yo. No lo había visto en mi vida, no sabía cómo se llamaba ni lo que pretendía. Volví a sentir miedo, era alguien nuevo, algo nuevo. Era completamente diferente a mí; su pelo no era como el de los demás, su piel estaba adornada con miles de tatuajes negros, su cara contenía miles de aritos clavados a través de un agujero, y la ropa que llevaba, era muy diferente a la que yo solía ver. Pero había algo en él que me hacía comprender que estaba salvada. Salvada de verdad, en todos los aspectos.

Encontré el camino gracias a él, y aunque el trayecto fue largo e incómodo, necesitaba preguntarle el por qué de su imagen y de sus reacciones. Sabía que no era solo por moda, si no que había una larga historia detrás de todo. ¿Traiciones? ¿Dolor? ¿Extravagancia? ¿Quería llamar la atención? ¿Necesitaba mostrar una realidad? Eran muchas preguntas las que danzaban por mi cabeza hacia aquel desconocido, y las ganas que tenía de escupírselas a la cara eran cada vez más grandes, pero todavía existía ese miedo hacia lo nuevo. Aún así veía en él, un nuevo estilo de vida. Algo que me haría comprender, algo que me ayudaría a mostrar mis sentimientos de una forma diferente.

Después de una media hora, llegamos a mi destino. Me disponía a bajar de la furgoneta, cuando de repente, me quedé pausada. Antes de abandonar el vehículo quería preguntarle una sola cosa que resumiera todas mis dudas. Y entonces, me atreví:
-¿Por qué eres así?- Le pregunté.
-No sé, digamos que soy muy barroco.- Contestó.

2º Trabajo (el sonido que habito)

Pincha aquí.

4º Trabajo (comentario filosófico de un fragmento de El Quijote)

''Advertid, hermano Sancho, que esta aventura y las a ésta semejantes no son aventuras de ínsulas, sino de encrucijadas, en las cuales no se gana otra cosa que sacar rota la cabeza o una oreja menos. Tened paciencia, que aventuras se ofrecerán donde no solamente os pueda hacer gobernador, sino más adelante.''

Para que una recompensa sea buena, ¿es necesario que nos resulte agradable en el mismo instante que se nos otorga?
Después de leer varios fragmentos de El Quijote, me he decantado por este último ya que, de alguna forma me ha hecho reflexionar sobre varias cosas que creía que tenía bastante claras. Y es que, es cierto, nunca dejamos de aprender. Cuando menos lo esperas y de la forma más extraña que imaginas, llega algo que cambia por completo tu forma de ver la vida. Quizá lo que produzca ese cambio sea una persona, una noticia, un libro o, simplemente, un pequeño fragmento de Don Quijote de la Mancha. Sí, quién sabe, un mínimo instante puede cambiarte por completo. Cuando crees que tienes todas las respuestas, ocurre algo que hace que te replantees todo de nuevo.

Puede que más de uno se esté preguntando por qué estoy insistiendo tanto en el tema del aprendizaje, pero pronto lo entenderéis, ya que existe una gran relación entre mi pregunta y lo que escribo. 
En muchas ocasiones, actuamos simplemente para conseguir una recompensa. Cuando nos portamos bien con alguna persona, esperamos recibir el mismo comportamiento. Cuando estudiamos para un examen, deseamos adquirir una buena nota, y por lo tanto una recompensa. Esa recompensa no tiene porque ser necesariamente algo material, puede ser un futuro mejor o una mayor felicidad. Pero, creo que la mayoría de nuestras acciones están hechas para lograr algo. Y no, no estoy diciendo que eso me parezca algo malo, sino todo lo contrario, ya que creo que es algo bastante lógico. Pero a veces ocurre que esa compensación que tanto deseamos no llega, y no solo no llega, sino que además salimos perjudicados. Entonces creemos que esa recompensa no es buena, y comenzamos a pensar en que quizá lo que hemos hecho no ha estado tan bien como creíamos. Pero a raíz de esto texto he comprendido que no siempre se puede ganar, y que no lo hagas no significa que debas dejar de intentarlo. Con esfuerzo todo se consigue, y cuando menos lo esperas, llegará lo que tanto deseas.

Don Quijote salía bastante afectado de sus aventuras, y aún así no se rendía, porque sabía que tarde o temprano lograría su objetivo. Daba igual lo que le dijera la gente o lo que él sufriera, simplemente quería seguir hacia adelante y ver como poco a poco, cumplía sus sueños. Y ahora bien, ¿por qué no hacemos como él? Luchemos por nosotros, por nuestro futuro, por nuestra felicidad. Luchemos por las recompensas que debemos tener. No importa que no nos salga a la primera ni tampoco a la tercera, lo importante es no rendirse nunca. Y recuerda, que siempre se ha valorado más lo que cuesta conseguir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario