jueves, 6 de junio de 2013

No hay prisa cuando sale el sol
en la mañana de una noche larga.
Después de las vueltas y el alcohol
en tus pupilas el mundo cambia.
No hay prisa cuando sale el sol,
nos baña de luz y calor.
Apuramos las caladas robadas al alba
y el sabor de una vida complicada.
Noche en el estómago a pasitos cortos,
empapado en alcohol, pensando en el colchón.
Se supone que mañana curras a las ocho,
¿cómo es posible que te haya pillado el sol?
Pero no, no hay prisa.
Te duele el corazón al recordar su sonrisa,
te duele con razón.
Pero no, no hay prisa,
y vuelves a tu casa con la misma camisa pero con manchas de ron.
Y el sol que no avisa,
que sale a traición,
te trae el sermón de una misa y te pega el palizón.
Aún así no hay prisa,
vuelves a tu casa disfrutando la brisa sin aire en el pulmón.
No hay prisa cuando sale el sol,
tenemos todo el día para entrar en calor.
La vida me parece que está de puta madre,
pasémonos la tarde haciendo el amor.
No hay prisa cuando sale el sol,
si estamos juntos al lado del agua,
la brisa acariciándonos mientras el tiempo va pasando.
No hay prisa cuando sale el sol,
si te sientes libre y bien acompañado,
despreocupándonos hasta que se cierran los párpados.
No hay prisa cuando sale,
pese a todos los problemas que pueda traer el regreso.
Y aunque a las cosas les pongan precio,
sabemos lo que valen.

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